domingo, 31 de agosto de 2008

El legado espanol en la arquitectura colonial de América Latina

Catedral de la ciudad de México. Imagen tomada del sitio en internet http://www.alianzamorelos.com/Patrocinadores/cuernatours/tourm.html
Por Eréndira Estrada
Esta vez nuestro ruta no será por las laderas musicales ni por la variedad de sabores culinarios. Esta vez Paradero Iberoamérica quiere hacer un recorrido por esas coloridas ciudades y pueblos coloniales que distinguen a nuestro continente de los demás. Pensar en América Latina es sumergirnos en una imagen llena de colores, con pueblos de calles adoquinadas, plazas arboladas con un kisoko en medio y, sobre todo, con una sobria arquitectura barroca que, combinada con un caracter indigenista, hace del paisaje urbanísitico algo único en su tipo.
Nuestro tema del día de hoy es la arquitectura colonial. Y qué entendemos por arquitectura? Pues según la Real Academia de la Lengua Espanola, es el arte de proyectar y construir edificios, así como de ornamentarlos para satisfacer nuestro entorno urbano. Pero la arquitectura, más allá de eso, representa el acontecer de una época determinada, que forma parte de procesos históricos y marca un estilo propio del contexto social, cultural y político que se vive en el momento.
Un estilo arquitectónico va de la mano del pensamiento humano. Empieza despacio para ganar terreno y afiansarse de lleno en una proyección que puede abarcar, incluso, varias generaciones de cientos de anos.
Se reconoce un estilo artístico por su valor y no por el lugar donde se origina, de tal forma que se incorpora en el patrimonio cultural de otras naciones, que lo adaptan a sus propias vivencias, a sus creencias y a la materia prima con la que cuentan. Por lo tanto, a pesar de que el estilo sea uno, las variantes en cada pueblo se harán notar, ya que responden a las necesidades y formas de pensar de los individuos, a partir de su historia. Es decir, cada pueblo, al adoptar una solución artística, manifiesta su modo se ser y de vivir.
Es así como en Latinoamérica, al ser conquistada por espanoles y portugueses, las manifestaciones artísticas no podían venir de otra parte más que de la península ibérica. Los arquitectos de la época, en colaboración con criollos e indígenas, comenzaron a levantar edificios de diferentes formas. Los estilos más empleados fueron el barroco y el renacimiento italiano, combinado con elementos indigenistas. Es así como surge la arquitectura colonial o hispanoamericana.
Pero antes de aterrizar en el nuevo continente, echemos una mirada a Espana y veamos cuál era su situación antes del descubrimiento de América. Cabe recordar que Espana poseía un alto grado de madurez en arquitectura, gracias también a las aportaciones de la cultura árabe. Aunque no se podía comparar con el resto de Europa, Espana ya dejaba entrever su estilo y su capacidad para crear verdaderas obras de arte.
Recordemos que gracias al la fusión árabe-espanola, se originó el arte mudéjar a principio del siglo XII, cuyo esplendor fue alcanzado durante el siglo XV, justo antes de la conquista de América. Un elemento fundamental traido por los árabes fueron los arcos, las bóvedas y cúpulas. Un ejemplo típico de este estilo es el Alcazar de Sevilla. También la arquitectura espanola contenía rasgos de estilo románico. De este periodo datan la catedral de Jaca, la iglesia monástica de San Martín de Frómista, la basílica de San Isidoro de León y las primeras piedras de la catedral de Santiago de Compostela. El gótico también fue primordial para solucionar problemas de iluminación y el balance entre las bóvedas, como se puede apreciar en las catedrales de Burgos, León y Toledo en Castilla y Leon. La arquitectura del renacimiento se caracterizó principalmente en la fusión del gótico flamígero con el mudéjar para dar paso al estilo Isabelino, muy de moda en la época de los reyes católicos, un claro ejemplo de es el Monasterio de San Juan de los Reyes, en Toledo.
Otro estilo espanol fue el plateresco, exclusivo del renacimiento espanol, el cual se inició por la influencia italiana y su elemento principal es su extraordinaria decoración con elementos de bajorrelieve como si fueran piezas de orfebrería, de ahí su nombre, ejemplo de ello es la fachada de la Universidad de Salamanca.
Por último no podemos olvidar el tan afamado y conocido estilo barroco y chirrigueresco, que plantea un movimiento y una profusión a la decoración muy caracteristicos. Este estilo llegó a la Nueva Espana y se le conoce hoy en día como barroco mexicano. La obra cumbre del estilo churrigueresco se considera el Altar de los Reyes de la Catedral Metropolitana de la Ciudad de México.
La arquitectura colonial surge por lo tanto del barroco europeo que se mezcla y se adapta al medio tropical y selvático y, sobre todo, a las manifestaciones coloridas de los indígenas. Sin embargo, esta arquitectura colonial muestra sus diferencias muy específicas dependiendo de la región en que se ubique. A pesar de que el estilo es el mismo, por obvias razones cada país tiene su sello distintivo.
Las ciudades coloniales en el nuevo continente se construían según los planos de los modelos espanoles. Se trazaban las calles en forma perpendicular y en el centro se situaba siempre la plaza de armas, lugar en donde se establecían los poderes políticos y religiosos. Es por ello que siempre se puede distinguir una iglesia como edificio predominante.
El trazo de las ciudades obedecía a diferentes modelos: existía el Ovandino, en forma de Castrum romano (la llamada cuadrícula) que consistía en calles rectas, manzanas cuadradas o rectangulares, una plaza mayor al centro, la iglesia principal o catedral ubicada de forma específica y un ayuntamiento ubicado en la plaza de armas. Ejemplos de este tipo son las ciudades de La Habana, Cuba; Veracruz, en México, Panamá, Cartagena de Indias, Mompox y Santa Marta, estas tres ultimas en Colombia.
El modelo Antonio de Mendoza, en cambio, se caracteriza por calles anchas y edificios de tamano moderado para permitir la entrada de luz del sol, los espacios abiertos son importantes. Ejemplo de este modelo es la ciudad de México y Oaxaca.
Otro modelo fue el de Felipe II, que planteaba una selección óptima para ubicar los asentamientos. Por ejemplo no se permitía construir en localidades que hubiera indígenas para no alterar el orden y la convivencia. A partir de un centro salen cuatro calles destinadas al comercio. Si la ciudad se situaba en un puerto marítimo, debía contar con embarcaderos. En ciudades cálidas las calles eran angostas para resguardarse del sol y en climas fríos viceversa. La orientación de las calles se disponía teniendo en cuenta los vientos dominantes para así protejer la ciudad, ejemplo de ello es Santiago de Cuba y Santo Domingo.
Quien ya haya visitado alguna ciudad colonial podrá confirmar que no hay belleza más grande que el colorido y sabor de estos lugares que con el tiempo han contado y la historia de un pueblo y sobre todo que nos hacen sentir parte de un mismo contexto social.
Ejemplos típicos y bellos de ciudades y pueblos coloniales son la ciudad de Oaxaca con su hermoso ex convento de santo Domingo de estilo barroco, y Guanajuato, con su magnífico edificio conocido como La Alhóndiga de granaditas que combina el estilo toscano y dórico, ambas ciudades de México; En Bolivia la ciudad de Oruro, que por cierto su carnaval forma parte del Patrimonio de la Humanidad; en Colombia tenemos a Cartagena de Indias y su imponente castillo San Felipe de Barajas y todo su conjunto arquitectónico y fortalezas; Antigua, en Guatemala con los hermosos portales que enmarcan el Palacio de los Capitanes; en Cuba, en la ciudad de Camagüey destaca el trazo de la ciudad que es el más asimétrico entre todas las villas edificadas por los espanoles; Salvador de Bahía, en Brasil, que preserva cientos de casas barrocas del siglo XVI y XVII.
Continuando con el listado de hermosas ciudades coloniales, no podemos dejar atrás a Valparaiso, en Chile, que con su original arquitectura colonial se entrelaza también otros estilos europeos especialmente el victoriano como su iglesia anglicana Saint Paul´s. Un capitulo aparte es Perú y la ciudad de Cusco que posee una catedral de fachada renacentista e interiores barroco y plateresco, también no podemos dejar de mencionar la la ciudad de Arequipa que cuenta con una catedral ubicada frente a la plaza de armas con un estilo neorenacentista.
Un poco más al sur del continente llegamos a Uruguay y a su particular ciudad Colonia del Sacramento, que mantiene hasta la fecha un hermoso casco histórico y una de las calles más típicas y conocidas, la calle de los suspiros. Mención aparte es Quito, Guayaquil y Cuenca, estas tres ciudades forman parte ya del Patrimonio de la Humanidad de la Unesco. Estas son sólo algunas de las tantas poblaciones coloniales asentadas a lo largo y ancho de América Latina, podríamos detenernos aquí por horas sólo para mencionar y hacer un recorrido imaginario por toda Latinoamérica, sin embrago en la medida de lo posible y cuando haya una oportunidad una mejor idea sería pasear personalmente por estas imponentes ciudades.
Para sus próximas vacaciones no dude en poner en su itinerario algún centro colonial y se sorprenderá de la belleza de sus edificaciones y el entorno mágico que envuelve a estos ricnones de América Latina que no tienen comparación

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